Todos los ejemplos en este informe son interpretaciones hipotéticas de situaciones y se usan solo con fines explicativos. Las opiniones en este informe reflejan exclusivamente aquellas del autor y no necesariamente las de CME Group o sus instituciones afiliadas. Este informe y la información contenida en él no deben considerarse como asesoramiento de inversión ni como resultados de experiencias reales de mercado.
Aunque los inversores mundiales suelen pasarlos por alto, los bancos centrales de Latinoamérica han sido los líderes mundiales a la hora de fijar las tasas de interés en lo que va de la década. A diferencia de la Reserva Federal (Fed), el Banco Central Europeo (BCE) y otros bancos centrales del hemisferio norte, que tardaron en reaccionar ante el repunte de la inflación en los años 2021 y 2023, los bancos centrales latinoamericanos entraron en acción hasta un año antes que sus pares. Ahora, los bancos centrales latinoamericanos vuelven a tomar la delantera, ya que la tendencia de endurecimiento de políticas del 2021-2022 deja paso a un período de relajación, el cual se observa en las reducciones de tasas de interés de Brasil, Chile y Colombia (Figura 1). El Banco de México es el único que se resiste hasta ahora.
Figura 1: Los bancos centrales latinoamericanos lideraron la tendencia de endurecimiento y ahora podrían liderar el período de relajación
Entre las monedas latinoamericanas, el peso mexicano (MXN) es la que mejor se ha comportado, con un repunte frente al dólar estadounidense a pesar de la caída de la mayoría (Figura 2). La economía de México es muy diferente a la de Brasil, Chile o Colombia. Estos tres últimos países dependen en gran medida de las materias primas para sus exportaciones. Los productos manufacturados solo representan el 16 % de las exportaciones de Brasil, el 2 % de las de Chile y el 4 % de las de Colombia, frente al 71 % de las de México. Además, México ha sido uno de los principales beneficiarios de los intentos de EE. UU. de internalizar y relocalizar la producción de manera cercana (nearshoring) , y reducir su dependencia de China cuando se trata de productos semielaborados y terminados. Así, mientras que monedas como el real brasileño (BRL) han caído con los precios de las materias primas en los últimos años, el MXN se ha fortalecido como resultado de los sólidos flujos de inversión.
Figura 2: El MXN se ha beneficiado de las entradas de capital a medida que EE. UU. comienza a relocalizar su producción de manera cercana
Sin embargo, no está claro que las cosas vayan a ir tan bien para México en el 2024. Las cuatro curvas de rendimiento latinoamericanas se invirtieron bruscamente en el 2022, ya que el aumento de las tasas de interés a corto plazo impulsó las expectativas de una desaceleración económica (Figura 3). De hecho, Chile pasó gran parte del 2023 con un crecimiento interanual del PIB ligeramente negativo (Figura 4) y Colombia hace poco siguió a Chile en la recesión (Figura 5).
Por el momento, Brasil y México han evitado una recesión, pero como se ve en la Figura 3, México tiene ahora la curva de rendimiento más invertida de la región. Aunque la economía mexicana sigue creciendo a un ritmo superior al 3 % interanual (Figura 6), el cambio de las tasas de interés a corto plazo del 4 % al 11 % podría ralentizar el ritmo de crecimiento. Históricamente, la economía de México ha respondido a los cambios en la forma de la curva de rendimiento con un retraso de entre uno a dos, ligeramente más lento que Brasil y Colombia.
Una de las razones por las que México ha resistido el impacto de la subida de tasas de interés mucho mejor que el resto de Latinoamérica puede deberse a sus menores niveles de deuda. El nivel total de deuda pública y privada de México se sitúa en el 75 % del PIB, muy por debajo de Colombia (112 %), Brasil (159 %) o Chile (171 %). En comparación, Estados Unidos, Canadá, la eurozona y el Reino Unido se acercan al 250 %. Con una deuda pública del 40 % del PIB, una deuda de los hogares del 16 % del PIB y una deuda de las empresas no financieras de solo el 21,5 %, el aumento de las tasas y la inversión de la curva de rendimiento nacional pueden tener pocas consecuencias para los consumidores y las empresas mexicanas (Figura 7).
Figura 3: Las curvas de rendimiento latinoamericanas se invierten, posible presagio de debilidad económica
Figura 4: Chile experimentó una leve recesión en el 2023
Figura 5: La economía colombiana registró un crecimiento negativo del PIB en el tercer trimestre del 2023
Figura 6: La economía mexicana ha resistido hasta ahora la desaceleración
Figura 7: México tiene mucha menos deuda que sus pares, lo que quizá hace que su economía sea menos sensible a las tasas de interés.
Por supuesto, los países latinoamericanos no son los únicos que tienen curvas de rendimiento invertidas. EE. UU. y Canadá, a los que México envía casi el 80 % de sus exportaciones, también tienen curvas de rendimiento invertidas. Las economías estadounidense y canadiense suelen tardar entre uno y dos años en responder al endurecimiento de la política monetaria. Así pues, es poco probable que el impacto total de los ciclos de endurecimiento de la Reserva Federal y del Banco de Canadá se deje sentir hasta más adelante, en el 2024 o incluso en el 2025. En caso de que los principales socios comerciales de México sufran una desaceleración económica como consecuencia de su endurecimiento de políticas más drástico desde 1981, eso podría ser una mala noticia para el MXN, pero mucho menos preocupante para el resto de Latinoamérica. Colombia realiza el 29 % de su comercio con EE. UU. y Canadá, Chile el 17 % y Brasil el 12 %.
Estos otros tres países dependen en mucha mayor medida del comercio con China, que ha crecido a un ritmo más lento de lo habitual en los últimos años, plagado de bloqueos por COVID en el 2022 y un sector inmobiliario en declive en el 2023. México solo realiza el 2 % de su comercio con China.
Brasil tiene ratios de endeudamiento mucho más elevados: Un 85 % de deuda pública en relación con el PIB, un 31,6 % para el sector de los hogares y un 51,1 % para las empresas no financieras. A pesar de los niveles de deuda comparativamente elevados de Brasil y de la magnitud de las subidas de las tasas de interés, el país sigue registrando un crecimiento del PIB del 1,9 % interanual (Figura 8). Brasil experimentó una profunda recesión entre el 2014 y el 2017, seguida de una recuperación lenta y desigual. Habrá que ver si esa recesión inmunizó al país frente a una posible recesión en el futuro. La evolución de su economía en el 2024 dependerá de cómo responda a la subida de las tasas de interés dentro y fuera del país, así como a las condiciones de la demanda externa de sus exportaciones clave, especialmente en China.
Figura 8: La economía brasileña resistió la recesión en el 2023, pero experimentó un retroceso entre el 2014 y el 2017
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